jueves, 17 de junio de 2010

Uribismo, democracia y promesas

A unos días de las elecciones de segunda vuelta, no es difícil predecir quien será el vencedor de esta farsa de democracia que se basa en ofrecimiento de cargos, contratos, almuerzos por conveniencia y fiestas hipócritas. Juan Manuel Santos representante del partido de la U, que casualmente es la misma letra con la que empieza el apellido de nuestro presidente, ganará las elecciones y no por sus propuestas innovadoras, realistas, legales y benéficas para la población, sino por representar el continuismo de uno de los gobiernos más corruptos de la historia.

Bien dicen por ahí que cada quien obtiene lo que se merece y este es un ejemplo fehaciente de ello, Colombia se merece a los gobernantes que tiene. Es inaudito pensar como la democracia que se supone que es una forma de gobierno donde las decisiones son tomadas por la mayoría, pues el pueblo elige a sus gobernantes y les confiere cierta autoridad para tomar las decisiones en favor de la población, se haya convertido en un sistema donde el presidente no se oye sino así mismo, ignorando las necesidades de la ciudadanía.

Con el gobierno de Álvaro Uribe se combatieron a las FARC que era lo que el país pedía, luego del diálogo fallido que prometió Andrés Pastrana para ganar las elecciones de 1998. Así se libró una guerra frontal contra los terroristas, pero a costa de los falsos positivos, de una reelección (que prohibía nuestra constitución de 1990), del enriquecimiento de familiares y amigos de los integrantes del gobierno, de las críticas del poder ejecutivo al poder judicial, del desempleo, la pobreza, la delincuencia común, la parapolítica y las chuzadas entre muchas más situaciones corruptas. En este último caso lo más lamentable es que el presidente tenga la osadía de creer que el pueblo no piensa y diga que a él también lo interceptaron, Uribe es uno de los gobernantes más autoritarios que nuestro país ha elegido y pretende hacernos pensar que hay decisiones que fueron tomadas a sus espaldas, no se haga el Samper.

Tanto que se criticaba al dictador de Venezuela, cuando nuestro gobierno pretendía hacer lo mismo comenzando por la modificación a la constitución. Y ahora el discípulo de Uribe, Santos pretende que la fiscalía sea manejada por el ejecutivo para encubrir todos los actos de corrupción dejados por el que dentro de pocos días será su antecesor. En realidad lo que produce mayor tristeza es que los votantes de Santos estén convencidos que es lo mejor para el país, claro que en algunos casos no dudo que será lo mejor para ellos pues su voto lo habrán vendido por algún cargo público o más patético aún por un almuerzo.

Lamentablemente, la mayor virtud del otro candidato presidencial Antanas Mockus al mismo tiempo es su mayor debilidad, decir la verdad o no saber decir mentiras. Y es que si Mockus se caracteriza por su honestidad y decir lo que en realidad piensa y haría, Juan Manuel Santos se caracteriza por decir lo que la gente quiere oír y eso no es algo que me haya inventado yo, en el pasado debate de El Tiempo, Citytv y la W, él mismo lo reconoció diciendo al candidato del partido verde que él si tenía varios puntos donde se explicaba de manera clara lo que se haría en su gobierno y cómo se haría porque “eso es lo que la gente quiere oír”.

Y Juan Manuel tiene razón, la mayoría de colombianos desean que les hagan muchas promesas y no las cumplan, porque así es la política, siempre ha sido así y siempre lo será. Recuerdo cuando Uribe prometía una lucha contra la corrupción y la politiquería, tiempos aquellos en los que todavía disimulaba.

Algo muy curioso de la campaña de Santos es la forma en la que hace un llamado a la unidad nacional, pero aplaude a un pastor de una iglesia cristiana, diciendo que “es un ejemplo para el país”, cuando lo que hace este señor es hablar mal de una parte de las minorías, la comunidad homosexual y las mujeres que piensan que tienen más opciones además de tener hijos porque les toca.

Nuestros gobernantes son el reflejo de nuestra sociedad conservadora, atrasada, corrupta, de doble moral e hipócrita-religiosa porque la corrupción, la ilegalidad, la mentira, la compra de votos no son pecados, los pecados los cometen los demás. Así que para los próximos cuatro años encomiéndense a lo que sea que crean porque nos llevó el que nos trajo.

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