lunes, 30 de agosto de 2010

Mi adolorida Bogotá

Desde hace muchos años Colombia se ha caracterizado por ser un país políticamente centralizado, la mayoría de instituciones estatales se concentran en su capital Bogotá. Sin embargo la ciudad más importante del país, la que debería ser un ejemplo para las demás hoy se configura como un lugar lleno de problemas, en donde la buena calidad de vida es una falacia para la gente del común y en donde la nefasta administración local actual es una de las peores que se hayan visto jamás.

Es un tanto curioso que cuando se visita algún lugar a nivel nacional muchos de sus habitantes añoren venir a vivir a la capital. A través del tiempo se ha generalizado la idea de que Bogotá es la ciudad de las oportunidades, donde es posible insertarse en el contexto internacional y donde se llevan a cabo grandes eventos. Lo que explica por qué a Bogotá llegan cada día más personas dispuestas a quedarse y a convertir esta ciudad no en su hogar, sino tan solo en su lugar de residencia, pues a pesar de trabajar aquí, vivir aquí y constituir su vida aquí, siempre evocan su pueblo natal como el mejor sitio del mundo sin apropiarse verdaderamente de la ciudad de la que sacan provecho.

Y es que esa falta de pertenencia es una de las razones por las que Bogotá es el lugar que hoy conocemos, una ciudad de todos y de nadie. Aquí la cultura ciudadana es una leyenda de cuando Antanas Mockus fue alcalde y que ya se olvidó porque como el colombiano no tiene memoria. Por eso veo con desconsuelo la realidad de una ciudad tan prometedora.

En Bogotá se observan problemas tan graves como la inmovilidad debido a la falta de vías y al exceso de carros; la inseguridad reinante que se ha convertido en parte del día a día; las vías parecen la evidencia de una guerra perdida, pues sus huecos e interminables obras muestran la ineptitud de un alcalde exhibicionista y poco consciente; la insuficiencia, demora y congestión del transmilenio, única solución materializada como servicio público vigente; el incremento de la informalidad que cada día afea y obstaculiza más las calles, son algunos de los tantos problemas que azotan a nuestra capital.

Para empeorar la situación se eligió a Samuel Moreno como alcalde por su promesa de hacer el tan anhelado metro, sin embargo su gestión ha sido una catástrofe. Su incapacidad para resolver los problemas básicos ha sido tan evidente, como la corrupción en su gobierno. La adjudicación del contrato de construcción de la troncal de la 26 al Consorcio Transvial, propiedad del grupo empresarial Nule, quienes además de no cumplir el contrato, retrasaron el avance de la obra perjudicando a la ciudad y al país, pues la Avenida El Dorado es la vía de entrada para nacionales y extranjeros que llegan al país y parece una de las calles de alguna ciudad destruida en una guerra.

Otro de sus “logros” es su personero acusado de enriquecimiento ilícito y supuestos nexos con DMG, y ni hablar de las mafias de contratación distritales. A nivel de movilidad con su idea ineficaz de extender el pico y placa a todo el día no se ha evidenciado ninguna mejoría, su inconsecuencia es increíble, pues además de prohibir el uso del carro por 2 días no da tregua en el pago del impuesto de rodamiento de vehículos y las calles intransitables, llenas de huecos estropeando a los carros.

Curiosamente la semana pasada el alcalde inauguró la ampliación de 3 a 6 carriles de la calle 183 a la 192 y que según él y algunos medios de comunicación descongestionaría ese tramo de la autopista, sin embrago me surgen unas dudas ¿para qué ampliar sólo 9 cuadras de la autopista? ¿Luego de que los carros pasen por tan publicitado corredor y regresen a los 3 carriles después de la calle 192 desaparecerá el trancón?

Por otra parte, supongo que debido a su baja popularidad ahora ha decidido lanzar una campaña a través del Instituto Distrital de Turismo, con la que busca encontrarle una marca a Bogotá, que sea reconocida por algo a nivel internacional. Para tal fin se ha habilitado un sitio web en donde los ciudadanos tienen la oportunidad de votar sobre qué es lo que más les gusta de Bogotá.

Aparentemente la iniciativa es buena, pero también me quedan algunas dudas pues ¿cuándo se tenga todo listo y se proyecte y promocione a Bogotá como un gran destino turístico ya estará presentable? Sí presentable, porque además de las dificultades que aquejan a Bogotá actualmente, su estado es en obra negra, está en construcción y si se hace el metro estará así por lo menos los próximos 10 años.

Probablemente en los sueños del alcalde para entonces en Bogotá no se verán huecos, ni inseguridad, ni inmovilidad, será una ciudad cosmopolita e internacional con construcciones a la vanguardia mundial. Considero que todos lo soñamos pero la realidad es otra y el alcalde en lugar de tratar de incrementar su imagen positiva, debería en el poco tiempo que le queda a su administración solucionar los graves problemas que vivimos los capitalinos, debería encarar lo que en realidad significa ser un gobernante, con hechos eficientes que demuestren que Bogotá sí podría llegar a ser una gran ciudad internacional, porque la triste realidad contradice sus planes oportunistas. Pobre nuestra capital, sólo me queda la esperanza que esta administración termine pronto y que la próxima sea mejor, para ver si algún día salimos de la situación invivible en la que estamos.

jueves, 19 de agosto de 2010

No hay mal que dure cien años…

Es muy curioso como en los últimos días los medios de comunicación se han olvidado momentáneamente de las guerrillas y otros grupos al margen de la ley, y se han concentrado en elogiar el inicio del mandato de nuestro nuevo presidente. Y es que haciendo referencia al nombre del partido del Ministro del Interior el cambio ha sido radical, pasamos del populismo nacionalista a la aparente ecuanimidad diplomática.

Lo que hasta el momento se puede vislumbrar es que el viraje del gobierno anterior al actual ha sido abismal, el lenguaje emocional, populista, guerrerista y paternal de Uribe ha sido transformado en uno racional, prudente, diplomático y reflexivo.

En definitiva no entiendo la naturaleza del colombiano, aparentemente es un ciudadano acostumbrado a la represión, es manipulable, apoya la corrupción e impunidad, pero principalmente busca un papá, pues así manejaba ex -presidente Uribe al país, como a sus hijitos (o huevitos). Por eso mismo el ex – candidato del partido de la U Juan Manuel Santos obtuvo una mayoría devastadora, porque el colombiano no quería perder a su “padre” y Santos prometió continuidad, pero con la gran sorpresa hasta el momento de no ser verdad.

Santos ha sorprendido a todo el país cambiando su discurso de campaña al discurso de presidente, se ha mostrado como un ser audaz y calculador, hasta el punto de atribuírsele el atentado frente al edificio de Caracol Radio a la extrema derecha que no concibe que su “padre” ya no esté en el poder. Y sí tienen razón, las transformaciones no son siempre bienvenidas y mucho menos cuando se plantea dialogar nuevamente con las guerrillas y se restablecen relaciones con Chávez.

Sin embrago, a pesar de todos los arcoíris que aparentemente cubren nuestro cielo nacional no se deben olvidar a las FARC y a los paramilitares que todavía delinquen y juegan con la seguridad colectiva. En el primer caso como su nombre lo indica, las guerrillas son grupos que actúan al margen de la ley creando sus propias guerras, y es que no podemos pensar en prosperidad, desarrollo e igualdad si todavía tenemos el “honroso” título de tener una de las guerrillas más viejas de la historia.

Es un problema que no se ha terminado y porque un gobierno abra una posibilidad al diálogo no se puede creer que el fin esté cerca, como en los días de la ingenuidad pastranesca. Tampoco se deben desconocer todas las acciones emprendidas por grupos criminales autodenominados: paramilitares o autodefensas que no cesan sus actividades, que dejaron como saldo miles de muertos, masacres e innumerables violaciones de todo tipo a los derechos humanos.

Es loable lo que en una sola semana ha logrado el nuevo gobierno y espero que algún día Colombia pueda salir de su situación conflictiva y desigual. Sin embrago no se pueden olvidar a los secuestrados, ni a las víctimas.

Estamos tratando de salir de un conflicto porque a pesar del optimismo generalizado esto no se ha terminado, así que si bien es cierto que el único problema que enfrenta el nuevo presidente no son los grupos terroristas y criminales, se hace necesario y urgente tratar de encontrar un solución efectiva en cuanto a este respecto porque no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista.

martes, 10 de agosto de 2010

Aún falta algo

El pasado fin de semana se realizó la posesión del nuevo presidente colombiano Juan Manuel Santos. Con un discurso emotivo y esperanzador llamó a la unidad nacional y a la armonía entre vecinos, abarcando la mayoría de temas álgidos que el cuasi eterno gobierno anterior le dejó. Sin embargo a pesar de hablar de la pobreza, la violencia, el terrorismo, el trabajo, la vivienda de interés social, las relaciones internacionales y la salud entre varios temas, olvidó algo que a pesar de ser comúnmente ignorado en la cotidianidad hace parte de nuestra realidad: la mujer.

Nuestro nuevo presidente asumió su labor con un gabinete casi completo, sólo le faltaron dos ministros de las carteras que torpemente o maliciosamente consciente anuló su antecesor, anexándolas a otras.

Muchos comentarios acerca del equipo que integra el nuevo gobierno han sido favorables, se dice que son personas con experiencia, con la preparación suficiente y que son muy capaces, opiniones que en cierta medida comparto, pues si bien es cierto que todos tienen trayectorias brillantes, algunos no tienen experiencia en el campo en el que han sido nombrados, a pesar de esto la esperanza colectiva se apropia de muchas mentes.

Lo anterior nos conduce a encontrarnos inmersos en una ola de optimismo generalizado que se pasea etéreamente en el ambiente nacional e internacional y digo internacional porque ayer precisamente leí en una revista un curiosos artículo sobre los “CIVETS: Un grupo de países que tiene grandes expectativas de crecimiento económico para la siguiente década y donde se encuentra Colombia”[i]. Se percibe que Colombia mejorará, que todavía tenemos esperanza y que las generaciones futuras podrán gozar de un mejor país.

Sin embargo, en esta época de promesas, compromisos y confianza el nuevo gobierno podría contemplar la posibilidad de cerrar las brechas en todos los frentes, comúnmente se piensa en la gente pobre de manera generalizada desconociendo la brecha de género. ¿En dónde queda la mujer eje de cualquier familia? ¿En dónde queda la mujer que debe criar a sus hijos sola y el dinero que gana no es suficiente para tener una niñera y que si no trabaja sus hijos y ella no se podrán alimentar? ¿En dónde queda la mujer abusada y maltratada sin oportunidades? ¿En dónde queda la mujer que no ha tenido educación y trae niños al mundo para seguir la cadena de pobreza?

Para cerrar la brecha de género no sólo es necesario tener la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, es prioritario ir más allá, pues este es un problema estructural que necesita soluciones progresivas, efectivas y continuas. La mujer es un elemento primordial en la construcción de una sociedad distinta, de una sociedad abierta, participativa y consciente. De manera que un Ministerio de la Mujer que trabaje de manera transversal con otros ministerios como el de salud, vivienda y educación se hace urgente en un país emergente que da luces de recuperación en el largo plazo.

Se han emprendido diversas acciones encaminadas a la construcción de una cultura igualitaria en donde se respete a la mujer en todos los ámbitos, pero se requiere mayor contundencia y cubrimiento. Un ministerio que abarque aspectos como mayor participación política, asistencia en temas de salud sexual y reproductiva, formación en temas familiares, preparación educativa, proyectos productivos, asesoría y seguimiento en cuanto a delitos sexuales, maltrato, abusos y acoso laboral en contra de la mujer y que promueva mayores oportunidades para este género.

Lamentablemente los problemas de género no son tan evidentes en los ámbitos gubernamentales, pero es una realidad a la que se le debe prestar atención de cerca, pues sus consecuencias podrían dejar mella convirtiéndose en una gran mancha en el proyecto de unidad nacional.