martes, 10 de agosto de 2010

Aún falta algo

El pasado fin de semana se realizó la posesión del nuevo presidente colombiano Juan Manuel Santos. Con un discurso emotivo y esperanzador llamó a la unidad nacional y a la armonía entre vecinos, abarcando la mayoría de temas álgidos que el cuasi eterno gobierno anterior le dejó. Sin embargo a pesar de hablar de la pobreza, la violencia, el terrorismo, el trabajo, la vivienda de interés social, las relaciones internacionales y la salud entre varios temas, olvidó algo que a pesar de ser comúnmente ignorado en la cotidianidad hace parte de nuestra realidad: la mujer.

Nuestro nuevo presidente asumió su labor con un gabinete casi completo, sólo le faltaron dos ministros de las carteras que torpemente o maliciosamente consciente anuló su antecesor, anexándolas a otras.

Muchos comentarios acerca del equipo que integra el nuevo gobierno han sido favorables, se dice que son personas con experiencia, con la preparación suficiente y que son muy capaces, opiniones que en cierta medida comparto, pues si bien es cierto que todos tienen trayectorias brillantes, algunos no tienen experiencia en el campo en el que han sido nombrados, a pesar de esto la esperanza colectiva se apropia de muchas mentes.

Lo anterior nos conduce a encontrarnos inmersos en una ola de optimismo generalizado que se pasea etéreamente en el ambiente nacional e internacional y digo internacional porque ayer precisamente leí en una revista un curiosos artículo sobre los “CIVETS: Un grupo de países que tiene grandes expectativas de crecimiento económico para la siguiente década y donde se encuentra Colombia”[i]. Se percibe que Colombia mejorará, que todavía tenemos esperanza y que las generaciones futuras podrán gozar de un mejor país.

Sin embargo, en esta época de promesas, compromisos y confianza el nuevo gobierno podría contemplar la posibilidad de cerrar las brechas en todos los frentes, comúnmente se piensa en la gente pobre de manera generalizada desconociendo la brecha de género. ¿En dónde queda la mujer eje de cualquier familia? ¿En dónde queda la mujer que debe criar a sus hijos sola y el dinero que gana no es suficiente para tener una niñera y que si no trabaja sus hijos y ella no se podrán alimentar? ¿En dónde queda la mujer abusada y maltratada sin oportunidades? ¿En dónde queda la mujer que no ha tenido educación y trae niños al mundo para seguir la cadena de pobreza?

Para cerrar la brecha de género no sólo es necesario tener la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, es prioritario ir más allá, pues este es un problema estructural que necesita soluciones progresivas, efectivas y continuas. La mujer es un elemento primordial en la construcción de una sociedad distinta, de una sociedad abierta, participativa y consciente. De manera que un Ministerio de la Mujer que trabaje de manera transversal con otros ministerios como el de salud, vivienda y educación se hace urgente en un país emergente que da luces de recuperación en el largo plazo.

Se han emprendido diversas acciones encaminadas a la construcción de una cultura igualitaria en donde se respete a la mujer en todos los ámbitos, pero se requiere mayor contundencia y cubrimiento. Un ministerio que abarque aspectos como mayor participación política, asistencia en temas de salud sexual y reproductiva, formación en temas familiares, preparación educativa, proyectos productivos, asesoría y seguimiento en cuanto a delitos sexuales, maltrato, abusos y acoso laboral en contra de la mujer y que promueva mayores oportunidades para este género.

Lamentablemente los problemas de género no son tan evidentes en los ámbitos gubernamentales, pero es una realidad a la que se le debe prestar atención de cerca, pues sus consecuencias podrían dejar mella convirtiéndose en una gran mancha en el proyecto de unidad nacional.

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